domingo, 30 de octubre de 2011

Breve acercamiento al dibujo artístico. Una manera diferente de ver la realidad.

Transcripción integra de la charla impartida por D. Amaury Suárez Fernández, pintor y profesor del Centro de Artes “Collage” el pasado viernes 28 de octubre.



Estimados amigos:

Como es preceptivo en estos casos, quiero antes de dar comienzo a mi exposición en el día de hoy agradecerles a todos ustedes su presencia. Espero y deseo que los asuntos y valoraciones que voy a tratar en esta charla resulten no solo de su agrado, sino además de constructivo provecho.

Como ya todos deben haber intuido por el titulo que aparece a mis espaldas, hoy vengo a hablarles del dibujo artístico; vital herramienta con la que debe contar todo creador que se precie para realizar sus obras. Dentro de los muchos elementos que se deben tener en cuenta para la realización de una obra de arte, como pueden ser: primero la idea, la composición, la armonía cromática, las variadas texturas y demás recursos plásticos expresivos; es el dibujo sin duda, uno de los más importantes. Muchas veces mis alumnos me preguntan ¿Dónde está el “secreto” del éxito de un buen cuadro? Y mi respuesta sigue siendo siempre la misma… la novedad de la idea, unido a la exquisita y coherente manera de realizarla, aspecto este último donde el dibujo posee un enorme peso especifico, ya que una ejecución satisfactoria de este aspecto garantizaría sobre todos los demás, una correcta e inconfundible lectura de las formas de los objetos, así como del mensaje que se quiere transmitir con la misma.

Para un pintor, una manzana puede ser más o menos roja, más o menos verde, amarilla, e incluso una manzana puede ser revestida de un imaginativo color azul, pero solo nos podrá garantizar la correcta lectura de su forma y por consiguiente la indiscutible y universal significación de lo que es, cuando la representamos con una correcta ejecución de su dibujo.

Algunas definiciones nos plantean que el dibujo es una forma de expresión gráfica, que nos permite plasmar imágenes sobre un espacio plano. Yo prefiero ampliar también sus posibilidades graficas representativas, al espacio tridimensional, ¿o no es acaso también un concepto de dibujo lo que vemos en muchas de las esculturas de Alexander Calder? Pienso que atribuirle al dibujo un “habitad” expositiva solamente bidimensional, como soporte tradicional de las bellas artes, es un concepto cuanto menos limitado, de sus posibilidades expresivas y de ejecución.

Por otra parte, sí estoy de acuerdo en considerar al dibujo como el lenguaje gráfico de comunicación universal, utilizado por el ser humano (independiente de los conocimientos técnicos y especializados que este tenga) como una valiosa herramienta para transmitir determinadas cuestiones de uso cotidiano, conceptos o proyectos más o menos complejos que se quieran realizar o transmitir a otra persona o conjunto de ellas. De ese modo nos valemos del dibujo para representar no solo objetos si no también ideas, que a veces no podemos expresar claramente con las palabras.

El dibujo artístico, (que es en estos momentos el que nos interesa reseñar) es aquel que sirve para expresar ideas vivénciales, filosóficas o estéticas así como sentimientos y emociones que responden a la naturaleza individual de cada artista. En este tipo de lenguaje, el artista dibuja las cosas tal como las percibe emocionalmente, de acuerdo con su peculiar manera de ver la realidad y no como son realmente. Por su naturaleza física, el dibujo es un subconjunto de las manifestaciones artísticas conocidas como pintura, pero no forma parte de la pintura como técnica de representación. Dibujar y pintar no significa lo mismo y son en principio dos cosas diferentes. El dibujo es un medio convencional que expresar la forma de un objeto mediante la línea, que puede actuar como recurso único (perfilando solo la silueta o forma exterior de los objetos) o en trazos superpuestos, abarcando mayor área dentro del plano, provocando la sensación o apariencia de volumen mediante el atractivo y sugerente juego del claro oscuro. Recurso éste tratado comúnmente en blanco y negro por las técnicas tradicionales, como el carboncillo, la barra de grafito, o el lápiz compuesto entre otros (aunque no necesariamente). Se trata de una técnica de representación, que pone de manifiesto la capacidad de abstracción de nuestra mente, que nos permite fijar la apariencia de las formas y sus volúmenes, mediante el amplio juego que provocan las luces y las sombras sobre la superficie de los objetos y que actúa además, como hábil traductor al servicio del dibujante, buscando la equivalencia del gris (valor) en el matiz (color). Ya que el ojo humano sólo percibe masas coloreadas de diversa intensidad luminosa, incluso en aquellas personas con defecto genético que presentan la incapacidad física para distinguir diferentes colores, y que comúnmente conocemos como daltónicos. Lo que caracteriza al concepto del dibujo en su sentido más puro, es que éste solo puede recrear las formas de los objetos, mediante el uso grafico de la línea en su versatilidad de uso, bien como elemento único o vinculado al aspecto del claro oscuro, interpretando la amplitud de texturas y calidades de superficies pero en ningún caso, recreando una imagen que se haya valido de los recursos cromáticos expresivos o físicos del color, para darnos una sensación o apariencia de mayor fidelidad a la realidad común. Aun así su lenguaje representativo puede ser muy amplio y variado, desde la más cercana fidelidad formal y descriptiva de la realidad física (común e identificable por todos), hasta la hermética iconografía que nace de una atmósfera surrealista y/o abstracta menos asequible en su comprensión y lectura.

En la pintura, la estructura de los planos que conforman tanto la forma, su volumen, así como su distintiva apariencia física ante nuestros ojos, se logra mediante las masas coloreadas que determinan no solo las características cromáticas y texturales de sus superficies, sino además su color local, es decir, aquel que distingue al objeto en sentido general.

Las características técnicas en cuanto a su aplicación en ambas modalidades, (dibujo y pintura) son amplias y muy variadas, algo que no condiciona ni determina, su naturaleza de representación, de esta forma, podemos hablar de dibujo, en una imagen realizada en técnica húmeda, como la acuarela, la tinta o el gouache y de pintura, en una técnica seca como el pastel, las ceras o incluso los lápices de colores.

Los primeros dibujos conocidos se remontan a la prehistoria, como los que se encuentran en la Cueva de Altamira, donde nuestros antepasados representaron en los techos y paredes de las grutas lo que consideraban a veces no solo un anhelo de disfrute, (como era la exitosa caza de una voluminosa pieza) sino además lo más importante y trascendente de su cotidianidad y creencias.

De las primeras civilizaciones no encontramos muchos testimonios de dibujos como los que aparecen luego en los siglos posteriores, ya que las técnicas de representación, así como los soportes utilizados eran aun muy poco elaborados y precarios y solo han podido perpetuarse en el tiempo, aquellos que fueron ejecutados en superficies más firmes y duraderas, o los realizados bajo cubierto, en monumentos, santuarios y templos religiosos, dejando su huella testimonial en ostrazas, vasijas, bajos relieves y pinturas al fresco, donde se recreaban entre otras, escenas alegóricas, mitológicas y militares.

El hombre siempre ha tenido la necesidad durante toda su existencia, de dejar constancia mediante el dibujo, de su realidad vivencial circundante y filosófica. La aparición del papiro en el Antiguo Egipto, y más tarde la del papel en las culturas de la Antigua China, amplió y facilitó sus posibilidades representativas dejándonos muestras evidentes de ello, en valiosas obras, libros, grabados y documentos que hoy podemos apreciar en galerías, museos y valiosas colecciones estatales y privadas. En términos generales, el dibujo se ha desarrollado en función de las condiciones de existencia de cada época, de cada cultura y de los progresos y conocimientos acerca de los instrumentos y técnicas utilizadas por los artistas.

No es hasta la Edad Media que se empieza a utilizar el dibujo de una manera profusa, generalmente coloreado, para representar sobre pergaminos los temas religiosos tratados a modo de explicación o alegoría de las historias escritas, primando lo simbólico sobre lo realista, incluso en sus proporciones y cánones de belleza. Hermosos libros y documentos de esa época dan buena fe de ello.

Pero no es hasta el Renacimiento, entre otras razones por el auge surgido de las técnicas del grabado, cuando el dibujo alcanza sus más altas y sublimes cotas de expresión artística, no solo en la calidad, expansión y multiplicación de sus resultados, si no en la aplicación de un método de estudio y de aprendizaje que hubo de mantenerse por varios siglos.

Es en el Renacimiento donde se estudia por primera vez un método para reflejar la realidad lo más fielmente posible. El artista ahora más que antes, empieza a jugar un importante papel como cronista de su época y de su entorno, pero esta vez, con arreglo a unas normas matemáticas y geométricas impecables que siguen siendo utilizadas hasta nuestros días. Como una gran revolución en el concepto aparente de la ruptura del plano, aparece la perspectiva cónica con Filippo Brunelleschi mostrándonos por primera vez en sus dibujos, las construcciones en planta y alzado, indicando las líneas de fuga y provocando en las pinturas, la sensación visual de mayor profundidad dentro de la planimetría real o física de las obras.

El dibujo de la mano de los grandes artistas renacentistas, cobra autonomía, realismo y belleza, adquiriendo valor propio en autorretratos, planos arquitectónicos y variados temas realistas, como los que podemos apreciar en las obras de Raffaello de Urbino, Michelangelo Buonarroti, Alberto Durero o el propio Leonardo da Vinci, además de seguir sirviendo como estudio previo imprescindible de otras artes, como la pintura, la escultura, o la propia arquitectura.

Desde el pasado siglo XX, el proceso de aprendizaje del dibujo artístico, así como de las demás especialidades de las escuelas de arte, no solo ha vivido un incremento considerable en su masificación, sino que además, ha experimentado un nuevo avance y desarrollo de su metodología, gracias entre otras razones, a los recursos tecnológicos que le han acompañado y a un sistema de mayor rigor científico y de análisis, aplicado al terreno de la docencia, aun así, la validez y eficacia de la apreciable experiencia heredada de los grandes maestros es aun incuestionable además de imprescindible, para un mejor conocimiento de los aspectos técnicos y de oficio dentro de las diferentes especialidades vinculadas a la imagen.

Una de las escuelas punteras y de mayor prestigio, relacionada con estos aspectos técnicos del perfeccionamiento del dibujo artístico, lo es sin duda la escuela rusa de bellas artes de los años 70 y 80, donde se conjuga de manera armónica y eficaz, lo más elevado de la herencia clásica y tradicional de las bellas artes, con una metodología docente y científica, que arroja un admirable resultado en el aspecto artesanal. A diferencia de otras, que han sido más proclives a restar importancia a los aspectos artesanales o de oficio dentro de la especialidad, las escuelas eslavas han sabido cultivar y a veces rescatar, muchas de las técnicas y procedimientos que forman parte del legado de la historia del arte más universal, adaptándolas a una forma de aplicación más actual y moderna de entendimiento.

Porque independientemente y a pesar del avance de las nuevas tecnologías, que sin duda le proporcionan hoy al artista útiles y eficaces instrumentos de representación, y que en gran medida provocan la aparición de nuevos y variados lenguajes expresivos en el arte contemporáneo, el origen de un hermoso dibujo artístico, puede seguir estando aun, en el trazo humilde que con una tiza de colores, realiza un niño en una acera de la ciudad, tratando de decirnos a todos en ese lúdico soporte, su particular manera de entender la realidad del mundo en que habita.

Muchas gracias.

jueves, 29 de septiembre de 2011

El Centro de Arte “Collage”. Breve historia.

El Taller de Bellas Artes “Collage”, actual Centro de Arte “Collage” es la culminación de un trabajo arduo y sistemático que surge en Septiembre del año 1996, como una idea personal del pintor y escultor D. Amaury Suárez Fernández, al que siempre le ha motivado vincular la docencia con su carrera artística. Dos años más tarde, su proyecto se ve coronado y enriquecido con la inestimable ayuda de la pintora Dña. Raquel A. Lara, quien aporta frescura y mayor calidad a los objetivos didácticos en el aprendizaje de las técnicas pictóricas y del dibujo.

Los comienzos…

Al poco tiempo de residir en Castellón, el maestro observa la gran afición que sienten por el arte y principalmente por la pintura gran parte de la población de esta ciudad, pero en cambio echaba en falta, un mejor y más avanzado nivel en la enseñanza en los pocos talleres, estudios o academias que en aquellos momentos existían, donde por regla general, se limitaban a proponer a sus alumnos la copia directa (casi siempre con el uso de la cuadricula) de fotografías, láminas que se suelen adquirir en las tiendas de materiales para pintores, en quioscos de periódicos y revistas; y también las imágenes de obras de otros pintores, algunos de ellos realmente de muy bajo nivel, que aparecían recogidas en los catálogos de las galerías en donde exponían; provocando como resultado, que el alumno imitara, sin un riguroso asesoramiento por parte del “maestro” encargado de dirigir estas academias o talleres, no solo unos malos hábitos técnicos, sino una errónea concepción y puesta en practica del oficio en esta disciplina artística.

El primer emplazamiento del taller se encontraba situado en un pequeño entresuelo de unos escasos 75 metros cuadrados, en la calle Jover, muy próximo a la calle Herrero; allí se impartía clases teóricas de historia del Arte y técnicas de color y dibujo a niños y adultos.

La novedosa y eficaz pedagogía que garantizaba un aprendizaje sólido y más actual de la enseñanza de la pintura y el dibujo, ocasionó que la asistencia de los alumnos colmara las capacidades físicas de aquel primer taller, obligando el traslado para un espacio mayor que ampliara la posibilidad de ingreso a un numero mayor de alumnos interesados. Y así en febrero del año 2000, el Centro se traslada a la calle San Félix, 49 (2º entresuelo) a un espacio de mayor comodidad y dimensiones, que es donde se encuentra en la actualidad.

En estos casi 15 años de trabajo ininterrumpido del Taller de Bellas Artes “Collage”, hoy Centro de Arte “Collage”, se ha formado a cerca de un centenar de alumnos, muchos de los cuales han ingresado sin apenas dificultad en las escuelas oficiales del territorio nacional, donde se estudian las Artes Plásticas como son: la Facultad de BB. AA. de San Carlos, en la Universidad Politécnica de Valencia, la de Zaragoza, Barcelona o en la de Altea – Alicante, entre otras, y donde muchos de ellos desarrollan en la actualidad su creativa actividad como cualificados profesionales del ramo, participando con sus obras en eventos, ferias y concursos, tanto nacionales como en el extranjero, siendo avalados por premios y reconocimientos en diversas muestras personales y colectivas. Constituyendo en ese sentido el mejor y más preciado reconocimiento de la labor realizada por sus dos principales artífices, como son los artistas y maestros, Raquel A. Lara y Amaury Suárez.

El Centro de Arte “Collage”, es sin duda alguna un digno ejemplo de un trabajo bien hecho, donde los resultados obtenidos en la calidad formativa de sus alumnos, acreditan una valiosa y singular labor de referencia en la forma de enseñar las Artes Plásticas y principalmente la pintura, en Castellón.

En la actualidad el Centro cuenta con dos áreas destinadas al aprendizaje del dibujo y el color para niños y adultos, una sala polivalente para realizar exposiciones de obras de artistas nobeles y/o aficionados, donde la calidad del trabajo es el principal aval que se necesita para exponer y donde además se dan periódicamente charlas y conferencias sobre temas relacionados fundamentalmente con el arte y la cultura.