Estimados lectores.
En febrero de 1916, en el cabaret Voltaire de Zúrich (Suiza), se funda la vanguardia artística más revolucionaria desde el punto de vista conceptual, surgida a finales de la primera década del siglo XX, es el movimiento Dada. No es casual que sea ésta la ciudad que sirva como escenario de su origen. La primera guerra mundial obliga a muchos intelectuales de la época a una inevitable emigración cultural y Zúrich se convierte en refugio de estos artistas.
Suiza, es un país neutral en el conflicto bélico y poseedor del dinero de los países en guerra, por lo que no resulta un objetivo de interés militar, es decir a nadie le conviene poner en peligro su dinero que celosamente guardan los bancos suizos.
Desde el punto de vista social, la situación de desgarro y dolor en la Europa de la guerra, trajo consigo una importante perdida de los valores humanos, así como el desencanto por los aspectos bellos de la vida, aspectos estos que funcionan como el motor impulsor de esta nueva revolución artística en el terreno de las ideas.
Este movimiento artístico originariamente europeo pero con manifestaciones también en New York, se desarrolló aproximadamente entre los años 1915 y 1922, y se caracterizaba desde el punto de vista conceptual, por su espíritu de rebelión anárquica contra los valores tradicionales y a la que algunos artistas reaccionaron con claro nihilismo e ironía de una forma abierta y a veces un tanto excéntrica manifestada en el discurso de sus obras. Aunque originalmente, el Dadaísmo aparece en dos países neutrales, Suiza y EE UU, hacia el final de la guerra se extiende a Alemania y posteriormente a unos pocos países más. La carnicería sin precedentes de la guerra llevó a los dadaístas a cuestionar los valores de una sociedad que la había provocado, sumida en una bancarrota moral. Por ejemplo, el pintor rumano-israelí, Marcel Janco (1895 – 1985) escribió acerca del movimiento: “habíamos perdido la esperanza de que el arte pudiera algún día conseguir un lugar justo en nuestra sociedad. No podíamos más de la rabia y de la pena por el sufrimiento y humillación de la humanidad”.
Su respuesta iría hasta los límites de la bufonería y el comportamiento provocador para sacudir a la población de su corrupta complacencia. Uno de sus primeros blancos fue el mundo artístico institucionalizado de ideas burguesas, tanto en el gusto como en la preocupación por el valor mercantil. Deliberadamente, los dadaístas desobedecieron los cánones de belleza establecidos y exageraron el factor del azar y el juego en la creación artística; la actividad del grupo se consideraba más importante que las obras individuales; los soportes tradicionales, tanto en la pintura como en la escultura, fueron abandonados masivamente a favor de las técnicas y procedimientos del tipo “collage”, fotomontaje, objetos y “Ready Mades”, en los que el interés no se centraba ni en los materiales elegantes ni una concepción tradicional del dibujo. Aunque los dadaístas despreciaron el arte del pasado, sus métodos y manifiestos, en particular las técnicas de ofensa y provocación, estaban en deuda con el futurismo; sin embargo, el nihilismo Dada era muy diferente del optimismo militante del futurismo.
Como ya apuntábamos anteriormente, el Dada en Europa fue creado en Zúrich en 1915 por un grupo de artistas y escritores entre los que figuran el escultor, pintor y poeta francés, Jean Arp (1886 – 1966), el pintor, escultor, director de cine y escritor alemán, Haus Richter (1888 – 1976) y el poeta rumano Tristán Tzara (1896 – 1963) y el poeta, músico y productor teatral Hugo Ball (1886 – 1927) siendo este último el fundador y propietario del cabaret Voltaire. Según el relato mas frecuentemente mencionado sobre los varios que circulan a propósito del nombre (palabra francesa que equivale a caballito de juguete) fue elegido poniendo la punta de una navaja al azar entre las paginas de un diccionario, una manera simbólica de afirmar la postura antirracional del movimiento. El nombre se utilizo por vez primera en 1916; mas tarde, Arp escribió: “por la presente declaro que Tzara invento la palabra Dada el 6 de febrero de 1916, a la 6 de la tarde... ocurrió en el café de la terrasse en Zúrich, y yo llevaba puesto un broche en mi fosa nasal izquierda”. El centro principal de sus actividades en Zúrich fue el cabaret Voltaire y, en un principio, se trataba de un movimiento literario, en la que se habían producido manifestaciones que incluían la declamación de poemas sin sentido; a veces, varios simultáneamente y con un ruido de fondo cacofónico. Tzara edito Dada, el primer periódico del movimiento, cuyo numero inicial salió en julio de 1917 y el ultimo (el numero 8), llamado Dada Intirol, en septiembre de 1921 en la población austríaca de Tarrenz. Tuvo, cosa poco frecuente, una vida bastante larga, puesto que la mayor parte de las publicaciones dadaístas tuvieron una vida corta.
El espíritu del movimiento se manifiesta a menudo no sólo en el contenido de sus periódicos, sino también en la peculiar tipografía, mezclando diferentes tipos de caracteres, desafiando las nociones tradicionales del diseño.
Hacia el final de la guerra, el Dadaísmo se extendió por Alemania, en donde hubo actividades Dada importantes en tres ciudades: Berlín, Colonia y Hannover. En Berlín el movimiento tuvo una dimensión política muy fuerte, expresada en particular a través de los brillantes fotomontajes de Raoul Hausmann (1886 – 1971), Hannah Höch (1889 – 1978) y John Heartfield (1891 – 1968), así como a través de la mordaz sátira social de Otto Dix (1891 – 1969) y George Grosz (1893 – 1959); al mismo tiempo allanó el camino para la Nueva Objetividad. En Colonia, un movimiento de corta duración (1919 – 1920) se centro en dos figuras: Jean Arp (1886 – 1966), que se había trasladado allí desde Zúrich cuando acabo la guerra y Max Ernst (1891 – 1976), que utilizo de manera ingeniosa y provocativa el collage y organizo una de las exposiciones Dada más notorias, en la que se proporcionaba a los visitantes un hacha para destrozar las obras expuestas. En Hannover, el único dadaísta importante pero uno de los más activos fue Kurt Schwitters (1887 – 1948).
El Dadaísmo en New York surgió con independencia del movimiento europeo y de hecho, fue simultáneo. Se limito fundamentalmente a las actividades de Marcel Duchamp (1887 – 1968), Emmanuel Radnitzky “Man Ray” (1890 – 1977) y Francis Picabia (1800 – 1900), aunque otros artistas como por ejemplo, Morton L. Schamberg (1881 – 1918), se dejaron tentar en ocasiones por el espíritu Dada. En general, tiende a ser más lúdico y menos violento que su homólogo europeo, si bien compartía el gusto por provocar al público. Por ejemplo, en 1917, Duchamp y Picabia pidieron a Arthur Cravan (1887 – 1919?), poeta y boxeador de pesos pesados, que diera una conferencia sobre arte moderno a una nutrida audiencia, entre la que había muchas damas de la alta sociedad. Cravan llego tarde y borracho y tras subir a la tarima dando traspiés, comenzó a desnudarse y a lanzar obscenidades a la audiencia. Finalmente, fue sacado por la policía.
Francis Picabia (1800 – 1900) fue el nexo entre el Dadaísmo europeo y el americano. En 1917 fundo en Barcelona la publicación Dada 391 y en 1919 introdujo el movimiento en parís. En esta ciudad el Dadaísmo se centro sobre todo en el campo literario; su tendencia hacia lo absurdo y lo lúdico sentó las bases del surrealismo que nació oficialmente en 1924. Así mismo en Austria, Bélgica, Holanda, etc. surgieron grupos Dada. En 1921 se celebro un festival Dada en Praga, en el que participaron Hausmann y Kurt Schwitters (1887 – 1948) y al año siguiente, se celebro en parís una exposición dadaísta. No obstante, en esta época su ímpetu empezaba a declinar y en el encuentro de Weimar en 1922, con la presencia de Arp y Kurt Schwitters entre otros, Tzara dedico al movimiento una oración fúnebre.
Si bien tuvo una vida corta y estuvo localizado en unos pocos lugares, el Dadaísmo, “el más violento, subversivo y polémico movimiento del arte del siglo XX” según palabras de Geoge Heard Hamilton (1800 – 1900), ejerció una influencia enorme al implantar la tendencia del anti-arte en la cultura moderna y mantener la actitud, casi como obligación para los movimientos de vanguardia, de cuestionar o desacreditar los métodos o conceptos tradicionales. Sus técnicas creativas, basadas en el azar o lo accidental era algo característico, algo que resultó de gran utilidad e importancia para los surrealistas (ilustrado en el recurso del automatismo psíquico) que más tarde explotaron también los expresionistas abstractos. También el arte conceptual tiene sus raíces en el Dadaísmo. Su espíritu, de hecho no ha desaparecido nunca y su tradición se ha mantenido, por ejemplo, en la cultura Punk, y en el Pop Art, que en Estados Unidos a veces se ha dado en llamar como Neo Dada.
Hasta la próxima entrega.
Amaury Suárez