Estimados lectores.
Como ya se refleja en el titulo del capitulo, hoy vengo a hablarles de la que en mi opinión, es sin duda una de las vanguardias artísticas que más admiración provoca en el público, por su capacidad imaginativa y las sugerencias de sus propuestas. Vanguardia que en sus inicios creo inexorablemente una verdadera revolución en el arte posterior a la primera guerra mundial; me estoy refiriendo al llamado Surrealismo.
Aunque se haya dicho muchas veces que el Surrealismo viene o surge como consecuencia del Dadá, es bueno destacar la principal diferencia que existe entre ellas. El dadaísmo por ejemplo, aboga por un arte donde se propugna destruir, provocar el caos y aniquilar; mientras que el Surrealismo, construye una nueva concepción del arte y de la vida en una atmósfera donde la realidad se transforma en sueños y mundos de fantasías.
El periodo de entre guerra condiciona a los artistas a refugiarse en su realidad interna, pues el espectáculo exterior que lo envolvía resultaba desolador, triste y nada atractivo. Una vertiente encaminada a ilustrar esa realidad interior la encontramos en las tendencias abstractas de manifestación iconográfica diversa, tales como: geométrica, expresionista y lírica entre otras, lo cual permite a sus creadores partir de cero y crear un orden nuevo.
La otra vertiente se dirige hacia los caminos más recónditos del pensamiento humano, en los que explotando lo irracional y evadiéndose de lo inmediato, recurren a la asociación de imágenes con la pretensión de sacar a la luz una nueva realidad, nunca antes expuesta. La realidad onírica o lo que es lo mismo, el mundo de los sueños.
Dentro de los antecedentes que podemos encontrar en el movimiento Surrealista se encuentran, la obra de Henri Rousseau (1844 – 1910) quien los inspira por su particular manera de asociar las imágenes y sus ambientes, los cuales son utilizados por los surrealistas.
Este pintor es capaz de presentar un desnudo de mujer reposando apaciblemente en un sofá, inmerso en una vegetación exuberante que nos sugiere una selva nada peligrosa, o a una gitana dormida al lado de un león que no aparenta fiereza.
En la obra “la guerra” 1910, Rousseau nos muestra una niña en un caballito “poni” negro presentados de un modo que contradice la lógica (sonrisa macabra, espada y guadaña de humo) produciendo en el espectador un efecto detonante y constituyendo además una premonición de la conflagración mundial. Esta pintura tendrá un influjo especial en un surrealista como Magritte.
Otro antecedente es Giorgio de Chirico (1888 – 1978), exponente de la pintura metafísica y creador de unos cuadros enigmáticos en los que se observan espacios infinitos, auxiliados en la perspectiva lineal, junto con arcadas renacentistas, relojes y extraños maniquíes que presagian desolación y vacío, así como ausencia de humanidad. De Chirico recupera las formas clásicas que luego, surrealistas como René Magritte (1898 – 1967) y Salvador Dalí (1804 – 1989), utilizan como punto de partida.
Por último, tenemos a Marc Chagall (1887 – 1985) un extraordinario pintor judío ruso, con una iconografía llena de color, donde las imágenes cargadas de imaginación, irracionalidad poética y los recuerdos de su infancia, actúan como fuentes motivadoras de sus escenas pictóricas.
Como definición y características generales del surrealismo podemos decir, que es un movimiento artístico y literario, que floreció en los años 20 y 30 y se caracterizo por la fascinación ante lo extraño, lo incongruente y lo irracional. Estaba íntimamente ligado al Dadaísmo, su principal fuente de inspiración y algunos artistas pertenecieron a ambos movimientos. Los dos estaban concebidos como un modo revolucionario de pensamiento y acción, es decir, como forma de vida más que como un conjunto de actitudes estilísticas, de aquí que podamos apreciar una amplia iconografía, recreadas por las manos de varios artistas.
Tanto el Dadaísmos como el Surrealismo eran fundamentalmente anti-racionalistas y compartían la preocupación por crear efectos inquietantes ó provocadores, pero mientras el dadaísmo era esencialmente nihilista, el surrealismo tenía un espíritu positivo y de mayor complacencia.
El movimiento se origino en Francia. Su fundador y principal portavoz fue el poeta, ensayista, crítico y editor francés, André Bretón, (1896 – 1966) que oficialmente fue el que lanzó al Surrealismo con su primer “Manifiesto” en año 1924. En este largo y difícil documento definen al Surrealismo de la siguiente manera: “automatismo psíquico puro, por cuyo medio se intente expresar, verbalmente, por escrito o de cualquier otro modo, el funcionamiento real del pensamiento. Pensamiento dictado en ausencia de todo control ejercido por la razón y fuera de todas las preocupaciones estéticas o morales”.
El surrealismo se basa en la creencia de una realidad superior de formas asociativas específicas anteriormente rechazadas, en la omnipotencia de los sueños y en el juego desinteresado de las ideas. Decía que su propósito era “disolver las condiciones previamente contradictorias del sueño y de la realidad en una realidad absoluta, una supe realidad”. En este objetivo general intervienen una cantidad de doctrinas y técnicas diferentes y en conjunto coherentes, que tienen por objetivo violar el dominio de la razón y el control consciente por métodos diseñados para liberar impulsos e imágenes primitivas. Bretón y otros miembros del movimiento indagaron en las teorías Freudianas sobre el subconsciente y su relación con los sueños.
El primer manifiesto de Bretón se refería principalmente al surrealismo en la literatura, donde encontramos a una figura muy representativa del movimiento como fue el escritor y coleccionista de arte, Paul Eluard (1895 – 1952), pero inmediatamente amplio las preocupaciones teóricas a las artes plásticas. La forma en que los artistas surrealistas abordaron la exploración de los impulsos profundos y la iconografía variaron considerablemente (a pesar de la petición de Bretón de que hubiera una mínima unidad doctrinal y los abandonos, expulsiones y ataques personales devoraran la historia del movimiento).
Algunos artistas, como por ejemplo el pintor, grabador, autor del collages y escritor de origen alemán, Max Ernst (1891 – 1976) y el pintor, grabador, escultor, diseñador de escenarios y escritor francés, André Masson (1896 – 1987), cultivaron varios tipos de automatismo en un esfuerzo por eliminar el control consciente.
En el extremo opuesto, y con un sentido más figurativo de las formas, encontramos al pintor, escultor, artista gráfico, diseñador, realizador y escritor español, Salvador Dalí (1904 – 1989), que sobre su método “paranoico – critico” nos dice: “se trata de un método espontáneo de conocimiento irracional basado en la objetivación sistemática de asociaciones e interpretaciones delirantes...".
La extraordinaria imaginación de Dalí produjo ideas que él relacionó y acercó a nosotros mediante la manipulación de imágenes y objetos conocidos. En su mente estaban los conceptos de Freud, Nietzsche, Voltaire, Kant, Spinoza y Descartes y las técnicas de Velázquez, Vermeer, Leonardo, Botticelli, Rafael, Michelangelo, y las indiscutibles influencias de Picasso, Miro, Magritte, García Lorca, Bretón, Eluard y Luis Buñuel (1900 – 1983), director de cine con quien colaboraría en el guión y la realización de la película Surrealista titulada “El perro Andaluz”. Todos estos elementos, su infancia y su relación con Gala, explican sólo parcialmente, los tipos de “nutrientes” que existían en su cerebro.
Dalí nos "aclara": "...lo practico con éxito aunque no sepa hasta ahora muy bien en qué consiste exactamente. En términos generales, se trata de la sistematización más rigurosa de los fenómenos y materiales más delirantes, con la intención de hacer tangiblemente creadoras mis ideas más obsesivamente peligrosas. Este método no funciona si no se posee un motor blando de origen divino, un núcleo viviente, una Gala - y sólo hay una.".
Otro pintor que incursiona dentro de este Surrealismo figurativo es el pintor italiano, René Magritte (1898 – 1967) que pintaba con detallismo escrupuloso para dar una sensación alucinatoria de realidad a unas escenas que carecen de sentido racional.
También el pintor Belga, Paul Delvaux (1897 – 1994) quien conoce al Surrealismo en el 1934, en sus obras aparecían bellas mujeres colocadas en medio de paisajes con elaboradas composiciones arquitectónicas, que reflejan las extrañas perspectivas de Giorgio de Chirico.
Figura importante dentro del movimiento, y que incorpora elementos de una cultura que trasciende el marco geográfico de la europea, es el pintor cubano Wifredo Lam (1902 – 1982), hijo de inmigrante chino y madre afrocubana, estudia pintura en la Academia de BB. AA. De “San Alejandro” en la Habana. En 1923 se traslada a Madrid, donde descubre la pintura de Bruegel y el Bosco. Participa en la guerra civil española en el 1936. En 1938 se va a París y entabla una gran amistad con Picasso, quien le introduce en el ambiente artístico parisino.
Su relación con Breton y el grupo Surrealista fortalece el interés de Lam por el arte negro y las divinidades africanas que para él es sinónimo de autenticidad. La obra de Lam en ese periodo se caracteriza por figuras estilizadas con rostros que parecen mascaras.
Finalmente, en los objetos surrealistas y también en algunas pinturas, se utiliza una sorprendente yuxtaposición de elementos no relacionados entre sí para crear una sensación no tanto de irrealidad como de realidad fantástica aunque convincente, fuera del mundo cotidiano. El texto entrecomillado para justificar la búsqueda de una combinación inesperada de incompatibles pertenece al poeta del siglo XIX Lautréamont, a quien los surrealistas consideraban uno de sus precursores: “bello como el encuentro fortuito de una maquina de coser y un paraguas en una mesa de disección”.
París fue el centro del movimiento hasta la segunda guerra mundial, durante la cual la emigración masiva de artistas a EE UU hizo de New York el nuevo centro de su actividad.
Este movimiento se desarrollo hasta finales de la segunda guerra mundial, realizando la última exposición, con la participación de sus miembros originales, y organizada por André Bretón (1896 – 1966) y Marcel Duchamp (1887 – 1968) en el año 1947, en la galería parisiense Maeght.
Con el énfasis puesto en lo maravilloso y en lo poético, el surrealismo ofrecía una manera alternativa de abordar el formalismo del cubismo y de varios tipos de arte abstracto, y sus métodos y técnicas continuaron influyendo en los artistas de muchos países. Fue por ejemplo, fuente fundamental del Expresionismo Abstracto.
Para terminar quiero relacionar a los artistas más representativos de este movimiento, ellos fueron:
André Bretón (1896 – 1966) Paul Eluard (1895 – 1952) René Magritte (1898 – 1967) Salvador Dalí (1904 – 1989) Max Ernst (1891 – 1976) Henry Moore (1898 – 1986) André Masson (1896 – 1987) Alberto Giacometti (1901 – 1966) Wilfredo Lam (1902 – 1982) Joan Miró (1893 – 1983) y el cineasta Luis Buñuel (1900 – 1983).
La estela dejada por el Surrealismo es algo que aun persiste entre las nuevas generaciones de artistas de todo el mundo, pues a veces para buscar la trascendencia de un discurso de alta reflexión e hipótesis, es mejor recrearlo en un ambiente de realidades quiméricas, como ocurre siempre en una obra surrealista.
Hasta la próxima entrega.
Amaury Suárez.
1 comentario:
Es un generoso informe de una de las vanguardias más interesantes y enigmáticas que se han gestado desde (incluso) la temprana escuela flamenca con El Bosco y su camaleónico repertorio de escenarios y personajes místicos y simbólicos. Se ha dicho que El Bosco no pintaba fantasías, sino más bien realidades que solo él era capaz de ver. El Expresionismo y el Surrealismo, del mismo modo, atiende a estas obligaciones existenciales y expresa de una manera “lúdica” un sin fin de historias a través del yo- creador. Todo esto se conoce en psicología (¡hablemos claramente de una vez!) como “personalidad”. Se puede observar en el dibujo de un niño y de forma proyectiva en las manchas del Test de Rorschach, que no es una infusión que se sirve caliente.
Cuando Picasso dijo; “…en aprender a pintar como los pintores del renacimiento tardé unos años, pintar como los niños me llevó toda la vida”, seguramente se estaba refiriendo a este informe y a la idea lúdica y desprejuiciada de pintar de ésta vanguardia (se llama mentira piadosa).
Una conclusión muy presuntuosa, lo admito, es que en esta corriente pictórica se pueden analizar más fácilmente las personalidades de los artistas implicados, porque a pesar de desviarnos la atención con sus monstruos y monigotes, el objetivo es mostrar “su verdad”.
Cuando a Salvador Dalí le preguntaron ¿por qué pintas relojes blandos? Respondió "Lo mismo que me sorprende que un oficinista de banco nunca se haya comido un cheque, asimismo me asombra que nunca antes de mí, a ningún otro pintor se le ocurriese pintar un reloj blando"…como un niño, no?
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